Por Magister Claudia Luján  – Universidad Mariano Gálvez / AsoCriGua – Consorcio de Universidades de Guatemala

Hace unos días me invitaron a escribir sobre las formas en las que podemos ganar el corazón de nuestros hijos, así que consulté a un par de expertos: mi hijo de 6 y mi nena de 8 años. Al hacerles la pregunta tuvimos un silencio de segundos, un par de frases que no entendí. Mi hijo aprovechó para pedirme un juguete y no encontré mucho material de respuesta, ¡ja! De repente, mi hijo me dijo, mamá, ganas mi corazón cuando me das esta refacción (era su hora de merienda y les serví un cereal que les encanta).

Luego traje a la mente un día en que mi nena se emocionó porque le arreglé las uñitas.

Me quedé pensando al respecto, y dentro de lo que hablábamos, concluí algo: las cosas por las que se sentían más amados eran por las rutinas del día a día, por actos ordinarios. Ahora que son pequeños pueden ser sus comidas, una explicación, un abrazo de consuelo y enseñar con paciencia a mejorar la letra de carta, entre otras.  Siendo bebés, parecía que solo verlos, darles de comer, alzarlos en brazos y ellos se sentían amados.

en los primeros años, al haber creado confianza, seguridad, comunicación y amor.  Parece que la adolescencia, si bien sigue siendo un reto, al contar con suficiente base emocional sana para hacerlo más llevadero, en medio del caos emocional por el que se atraviesa en esos años, aunque se sientan poco entendidos, siempre se sienten amados.

Me encanta concluir con cosas prácticas que podamos hacer.  Aquí una propuesta, para ganar o continuar ganando el corazón de nuestros hijos, en cualquier etapa:

MIRÉMONOS A LOS OJOS. Parece fácil, pero no lo es.  Con tantas pantallas y estímulos en esta sociedad moderna, si no el 100%, 9 de 10 veces procurémonos vernos a los ojos al hablar, al responder, al escuchar. Esto nos ayuda a bajar los impulsos cuando estamos molestos, a procurar la empatía y a sentirnos cercanos. 

CANTIDAD Y CALIDAD. Por años he escuchado que los padres debemos dar calidad y no tanto cantidad de tiempo a nuestros hijos. Por experiencia propia y estudios que he leído al respecto, pienso distinto. Sé que habrá excepciones, pero en términos generales, procuremos darles tiempo.  A veces puede ser leer juntos, ver un programa, hacer una comida al día todos reunidos. Esos eventos intencionales diarios, a lo largo de una semana, de un mes, de un año, suman calidad y cantidad de tiempo.

DEMOS AMOR EN SU LENGUAJE. Hay muchas formas de darles amor a nuestros hijos, porque todos son distintos y tienen gustos diferentes. Hay que observarlos para saber qué prefieren. Algunos niños se sentirán amados con el contacto físico, otros con palabras amables, con el tiempo que les dedicamos o pequeñas atenciones que los ayuden a sentirse amados. 

Algo que aprendí es que mis hijos no se sienten más cercanos a mí porque piensen que soy perfecta, o que limpio muy bien la casa, o que soy muy buena cocinera.  Los niños no esperan padres perfectos, sino que los quieran día a día.

Podemos dejar una marca preciosa al ganar su corazón, o un agujero enorme. Daniel Goleman lo dice mejor, y nos recuerda, de alguna manera, la gran responsabilidad que tenemos como padres: “Cuanto mayor es el vínculo emocional que nos une a alguien, mayor es también el efecto de su impacto[1]


[1] Goleman, Daniel. Inteligencia Social. Página 15 ”.