Ing. Roberto Torres, Universidad Mariano Gálvez de Guatemala.
Cuando se escucha palabra DISCIPLINA, regularmente se asocia con las actividades militares o con personas que tienen un comportamiento rígido y muchas veces excesivamente duro o severo. Pero la DISCIPLINA, lejos de ser algo negativo, cuando se sigue de forma voluntaria y bajo la propia convicción, genera resultados ventajosos y proporciona muchos beneficios para toda la familia, principalmente en estos tiempos de incertidumbre y confinamiento obligatorio. En términos prácticos, podemos decir que DISCIPLINA es el conjunto de reglas o normas cuyo cumplimiento de manera continua, conducen a obtener los resultados deseados.
Ser disciplinado significa entonces, realizar todo aquello que afecta el cuerpo, la mente y el alma, con el propósito de alcanzar los más grandes ideales. La persona disciplinada es puntual, comedida y responsable. Su carácter de cumplir con sus obligaciones y compromisos es inquebrantable; reconoce que es vital la sana diversión, esparcimiento y recreación familiar; sin embargo, busca cumplir a cabalidad con sus tareas y actividades laborales. Las personas disciplinadas buscan el equilibrio entre su vida profesional, personal y familiar. Siendo la disciplina el vehículo que nos conduce hacia el logro de nuestras metas, es de ponerle especial atención a su aplicación en el hogar y con la familia, dado que en estos momentos estamos llamados a permanecer en casa para evitar el aumento de casos de personas que adquieran este virus (COVID-19), como se escucha en todos los medios de comunicación. La disciplina no tiene un coste adicional, es relativamente gratis. Es una palabra positiva, ya que ser disciplinado trae grandes ventajas ligadas a la superación personal y a la mejora de la calidad de nuestra vida. La disciplina personal es la base o el fundamento del éxito de grandes líderes, grandes empresarios, grandes profesionales y excelentes padres.
La disciplina personal constituye uno de los grandes valores que nos convierte en esas personas dignas, íntegras, talentosas y un ejemplo a seguir, por aquellas personas que se encuentran a nuestro alrededor. Veamos en forma rápida los beneficios que obtendremos en nuestro hogar, en nuestros estudios, en nuestros trabajos y en todos nuestros actos, día a día, al aplicar los secretos de la disciplina.
Increíbles ahorros y optimización de nuestros recursos al ser disciplinados:
- Reflexionamos sobre los gastos, si estos son necesarios o se pueden trasladar o posponer.
- Sacamos el máximo provecho a nuestro tiempo, al realizar lo que se tiene que hacer en el momento que se debe hacer, por lo que se evita postergar, posponer o alargar el tiempo de ejecución.
- Reflexionamos sobre el aprovechamiento de la electricidad, el agua, el gas y los Insumos de limpieza.
- Mejora las condiciones de orden, limpieza y presentación de nuestras habitaciones, ambientes, jardines y, en general, toda la casa.
- Mejora la comunicación e interrelación entre los miembros de la familia, ya que comen todos a una hora determinada, usan los diferentes servicios de la casa en forma coordinada, ven televisión, hacen ejercicios o algún deporte, descansan y duermen en horarios específicos.
- Mejora considerablemente el estado de salud, el estado de ánimo y, consecuentemente, se atienden mejor las actividades laborales para los padres y las actividades escolares para los niños y adolescentes en edad de estudio.
Increíbles mejoras interpersonales entre los miembros de la familia:
La disciplina es una acción de dos vías, por la aplicación de la Regla de Oro, “Trata a los de más, como quieres ser tratado”. Los padres deben enseñar a los hijos con palabras y acciones, de manera que se trata y actúa siendo ejemplo de conducta, tal y como se pretende que los hijos sean y actúen. La disciplina debe ser adquirida por voluntad propia, pues cuando existe convicción, se obtienen los mejores resultados. La disciplina requiere de límites: aplique reglas que sean claras y coherentes, que sus hijos puedan seguir. Cerciórese de explicar estas reglas en términos apropiados para la edad, que ellos puedan entender. La disciplina requiere enfocarse en enseñar buenos comportamientos en lugar de castigar o reprender por malos comportamientos. La disciplina requiere que se determinen las consecuencias.
De forma calmada pero firme, explique las consecuencias de no comportarse bien. La disciplina requiere que los padres escuchen bien lo que dicen sus hijos; prestar atención constituye uno de los aspectos más importantes para una comunicación efectiva. Deje que sus hijos terminen su argumento antes de ayudarlos a resolver el problema. Esté atento a señales de comportamientos que siguen ciertos patrones, por ejemplo, cuando el niño siente celos. Hable con sus hijos al respecto, antes de enfocarse solo en el castigo. La forma más efectiva de disciplinar a los hijos es ponerles atención, para fomentar el buen comportamiento y desalentar los inadecuados, por lo que será requisito indispensable prestarles atención. Los hijos saben cuando su comportamiento no es el adecuado, pero también, saben cuando se están portando bien. Háganles saber cuándo se están portando bien, elogiando sus aciertos y sus buenos intentos. Sea específico e imparcial en el elogio, ¡hiciste un buen trabajo colocando esto o aquello donde corresponde! o ‘No te fue tan bien, tendrás que repetirlo’.
Los padres deben prepararse con anticipación a las situaciones en las que sus hijos podrían tener dificultades para comportarse adecuadamente. Prepárelos para las actividades venideras y dígales cómo quiere que se comporten. Algunas veces los hijos se comportan mal porque están aburridos, no saben qué otra cosa hacer, no tienen indicación u orientación alguna. Empéñese en buscar otras actividades que sus hijos puedan hacer.