MA Olga Martínez, Universidad Mariano Gálvez
Cuando decidimos formar una familia, nunca acudimos a una escuela para padres en donde nos aconsejaran cómo educar a nuestros hijos o la forma correcta de hacerlo. En muchas ocasiones seguimos patrones de nuestros padres, o de las personas con quienes crecimos, y los utilizamos de forma consciente o inconsciente. Muchas veces no son funcionales, porque nuestros hijos son diferentes a nosotros y no piensan igual o como quisiéramos.
Pero ¿cuál será la forma correcta de educar a nuestros hijos sin usar la violencia física, verbal, ni emocional? Conversando con amigos y reflexionando sobre este tema, resulta difícil ponerse de acuerdo porque cada uno tiene su propia forma de pensar, pero desde mi experiencia como madre de tres hijos, les comparto que no ha sido una tarea fácil porque los tres son diferentes y lo que me ha funcionado con uno de ellos en su momento, resulta que con el otro no. Pienso que no existe una receta exacta que nos diga cuáles son esos ingredientes y las cantidades correctas de cada uno para educar a nuestros hijos, pero de lo que si estoy segura es que los elementos maravillosos de mi receta son comunicación, paciencia, respeto, disciplina, confianza, comprensión, autoridad, afecto, tiempo de calidad, reglas claras y predicar con el ejemplo, todos mezclados con amor, el cual es el ingrediente mágico para que todos los componentes se fusionen correctamente y produzcan una substancia con la cual alimentar a nuestros hijos día con día para hacerlos sentir amados, importantes, fortalecer su alma y ganarnos su corazón, sin lastimar sus sentimientos.
Como padres hay cosas sumamente importantes que debemos tomar en cuenta para educar a nuestros hijos. En primera instancia, inculcar siempre el amor a Dios; la paz espiritual y emocional que se respire en lo íntimo de nuestro hogar, hará que se transmita un ambiente de tranquilidad. Asimismo, la comunicación permanente entre papá y mamá o quienes convivan con ellos para llegar a acuerdos, respecto a la educación y poner reglas claras a seguir; recordemos que las reglas no solo aplican para los hijos, sino para toda la familia. Muchas veces pretendemos que solo ellos obedezcan lineamientos, pero los padres no nos queremos someter a ninguna norma de conducta para dar el ejemplo, lo cual se vuelve contradictorio. Hay que tomarlo en cuenta y ejercer una disciplina mesurada y orientadora, en donde evidenciemos el liderazgo y mayordomía de ambos sobre los hijos para no contradecirnos, principalmente delante de ellos y perder la autoridad, sino por el contrario ganarnos su respeto y admiración por la buena conducción y ejemplo.
Partiendo de lo anterior, siempre debemos mantener la comunicación, el consejo y el diálogo permanente entre padres e hijos, y no cometer el error de hablar con ellos solo cuando actúan de manera incorrecta, sino siempre, y si la única oportunidad de compartir es por la noche, por cuestiones de trabajo de ambos padres, pues aprovechar el espacio para conversar, que nos cuenten sus cosas, interesarnos por ellos en todo momento.
Si debemos corregir una acción indebida o aplicar en determinado momento un castigo, de ser necesario, tenemos que hacerlo en el momento oportuno, porque es nuestro deber como padres, no solo cubrir sus necesidades básicas, sino guiarlos, educarlos y corregirlos con amor, sin caer en los excesos, porque podemos pecar de exceso de amor y volvernos padres permisivos y consentidores, y eso tampoco es educar. Es necesario establecer límites y hacer que se cumplan con firmeza para que adquiera disciplina.
¿Cuáles podrían ser los correctivos que enseñen a nuestros hijos su mal actuar sin llegar a la violencia? Correctivos se han observado muchos, desde la diversidad de culturas existentes en nuestro contexto nacional, a mi parecer algunos correctores sencillos que pueden emplearse serian: prohibir el uso de algo que les guste mucho, como su juguete favorito, Tablet, videojuegos, ver un programa favorito en la televisión, no salir de su cuarto por un tiempo determinado, entre otros; tendrían que aplicarse de acuerdo con la edad, pero también debemos evitar abusos como dejarlos sin comer, bañarlos con agua fría, golpes, insultos, etc. que hieran sus sentimientos y otras groserías que lastimen su ser, y si nosotros hemos sido parte de estas supuestas correcciones, es necesario que rompamos las cadenas y eduquemos con amor, porque lo afectivo siempre es efectivo, por el bienestar de las personas que amamos, porque la violencia genera más violencia, dolor, frustración, inseguridad y rencor.
Educar a nuestros hijos no es una tarea fácil, tenemos que pedirle a Dios sabiduría para guiarlos y conducirlos, sin llegar a la violencia física, verbal y emocional, poniendo reglas claras, moralizando con el ejemplo, comunicación permanente y siempre hacerles saber cuánto los amamos, a través de manifestaciones afectivas, reconociendo sus logros, enseñándoles a aprender de sus errores, transmitiéndoles seguridad, confianza, etc. para que crezcan física y emocionalmente sanos.